Desde la niñez es fundamental aplicar algunas acciones que ayuden a reforzar la autoestima con nuestra ayuda
Un sencillo gesto como poder elegir la ropa o cualquier detalle que para nosotros puede parecer poco relevante, ayuda a que los niños refuercen su autoestima y se sientan más seguros y confiados.
Pero antes que nada, queremos hacer un repaso al concepto de autoestima, para conocer mejor los diferentes tipos que existen y rasgos característicos.
¿Qué sabemos de la autoestima?
La autoestima es el proceso que nos ayuda a atribuir valor a nosotros mismos. Existen dos tipos:
- Subjetiva: la autoestima no depende de una serie de factores objetivos (éxitos y fracasos, experiencias de vida, etc.) sino exclusivamente de cómo cada uno de nosotros los elabora para atribuir un juicio.
- Cambiante: la autoestima cambia constantemente, en función de la experiencia personal y de cómo cada uno de nosotros la reelabora.
El juicio que nos damos a nosotros mismos se basa en:
- Factores sociales: es decir, los comentarios que recibimos de las personas que frecuentamos y del mundo que nos rodea. En la formación de la autoestima, a menudo prevalecen los factores sociales, ya que representan en nuestra mente lo que el mundo piensa de nosotros, hasta el punto de influir en los factores cognitivos.
- Factores cognitivos: es decir, nuestro conocimiento y habilidades mentales a través de los cuales hacemos evaluaciones y resolvemos tareas y problemas. Son los factores que nos ayudan a elegir si aceptamos o no una tarea (“no puedo saltar tan lejos”; “debería poder hacerlo en unos minutos”, etc.) reproduciendo un modelo mental de nuestro potencial.
- Factores afectivos: que influyen en nuestra capacidad para procesar sentimientos, emociones y creencias; aunque no emiten un juicio en sí mismos, estos factores son muy poderosos para influir en las representaciones que hacemos a través de los dos primeros.
La autoestima es esencial para el desarrollo de una personalidad sana y armoniosa; de ello dependen las elecciones de estilo de vida de cada uno de nosotros, así como el bienestar individual. Como señala John Rawls: “la autoestima incluye la sensación de que una persona tiene su propio valor, la certeza de que sus evaluaciones y proyectos son válidos y la convicción de su capacidad para llevarlos a cabo”. Si pensamos que nuestros proyectos no tienen valor, no nos aportarán placer, ni obtendremos satisfacción de su realización”.
Estos son los rasgos característicos de las personas con alta autoestima:
- Saben dar el debido peso a las decisiones de los demás.
- Aprenden de los errores y las derrotas, sin derrumbarse.
- Se consideran a la par de los demás; respetan y demandan respeto.
- Cuando es necesario, saben decir que no.
A pesar de la cantidad de libros y lecturas sobre el tema, la autoestima no se puede enseñar o aprender directamente: una escuela de autoestima está condenada al fracaso, al menos si la entendemos como un conjunto de reglas y preceptos que deben seguirse estrictamente. Esto plantea un grave problema para los maestros y educadores, pero también para aquellos que se han embarcado en un camino de crecimiento personal.
¿cómo podemos mejorar la autoestima?
Para mejorar la autoestima de quienes nos rodean, debemos comenzar por la comunicación (y la comunicación no verbal): a menudo cometemos errores de comunicación que afectan negativamente la autoestima de los demás. Hay una diferencia significativa entre la autoestima y la confianza en uno mismo.
La autoestima es uno de los tres pilares de la educación, junto con la autonomía y la creatividad. Nada es más dañino para la autoestima de los niños que las burlas y nuestros juicios.
Además de promover su sentido de responsabilidad, ofrecer a los niños la oportunidad de elegir les ayuda a desarrollar su autoestima. Un niño que constantemente ve sus opciones limitadas por los padres recibe este mensaje: “No solo eres pequeño, sino que tus deseos no cuentan mucho”. Si el niño acepta este mensaje, tal vez se vuelva obediente y condescendiente, pero tendrá un concepto muy pobre de sí mismo.
Por supuesto, darles a los niños la oportunidad de elegir y respetar sus deseos requiere tiempo y paciencia.