La palabra garabato, en nuestra cultura, muchas veces tiene connotaciones negativas. Cuando hablamos de ello nos viene en mente que garabato es escribir sin sentido, escribir de manera infructuosa, aproximada, instintiva y poco pensada. Para expresar la propia creatividad y el mundo interior a través de una determinada modalidad grafomotora. Y, si proviene de un niño, todavía se le da menos valor.
Pero, tenemos que comprender que el garabato es una de las primeras posibilidades que tiene el niño para dejar huella de sí mismo. Lo hace mayoritariamente por el puro placer de hacer movimientos con la mano, de experimentar y expresarse.
Algunas de sus características son:
- La impulsividad del gesto.
- La falta de apoyo del codo sobre el papel.
- El incumplimiento de los márgenes del soporte gráfico.
Sin ir más lejos, a los adultos también nos encanta garabatear. Es una actividad que fomenta la concentración, la ideación o que puede expresar la capacidad o necesidad creativa de encontrar soluciones a un problema.
El garabato infantil es un logo fundamental
En el mundo del trazo infantil, garabatear es un logro fundamental, que se puede fomentar incluso después de que el niño haya alcanzado otras habilidades.
Podemos proponerle experiencias con colores (el momento ideal es después de que hayan aprendido a gatear para que puedan moverse más independientemente). En lugares como tanto jardines, casa, sentados en una silla o en el suelo; tanto sobre soporte horizontal como vertical; descalzos o vestidos…
Un niño muy pequeño disfruta dibujándose en su propio cuerpo, garabateando, pintándose de forma tosca o con extrema precisión.
A medida que crece, el niño experimenta con la organización del movimiento y la combinación de colores, manchas, formas, puntos, líneas que quizás aún no había probado. También experimenta con los movimientos del brazo, muñeca, manos, dedos … que hasta ahora no habían tenido la oportunidad de probar.
En definitiva, son exploraciones a través de las cuales el niño podrá saborear la belleza de su propia libertad creativa, adquirir nuevas destrezas relativas a sus propios movimientos, ideas, preferencias y posibilidades de formas y combinaciones.
Más allá de los clichés, hacer garabatos es una gran oportunidad para la creatividad.
A medida que el niño crece, llegamos a una fase de la grafomotricidad cercana a la escritura y que los adultos lo tratan como propuestas “pregráficas”.
Acompañamos al niño en el aprendizaje de formas especiales, como letras o formas geométricas. Al recrear él mismo líneas y formas de diferentes características geométricas, aprende a orquestar los nuevos elementos diferentes juntos, dentro de espacios más pequeños, respetando las reglas visoespaciales que muchos adultos dan por sentadas.
A medida que el niño crece y realiza otras experiencias psicomotoras, aprende a mover más el antebrazo, las líneas se vuelven más curvas, el agarre se vuelve más firme y el ojo empieza a guiar el movimiento de la mano. Esta habilidad de coordinación ojo-mano (que los niños entrenan desde pequeños) les será muy útil para poder dibujar círculos, por ejemplo.
¿Qué podemos hacer para facilitarles esta experiencia?
Podemos ofrecer a los niños explorar el color y diversas expresiones gráficas utilizando sus manos, esponjas de diferentes formas, tampones, pinceles, rodillos, el cuerpo, etc.
¿Dónde lo pueden poner en práctica?
En hojas, pizarras, paredes verticales u oblicuas, carteles, láminas para terrenos que simulan pistas o caminos, etc.
¡Las posibilidades son infinitas!
¿A partir de qué edad podemos proponer actividades de este tipo?
- Puedes empezar a proponer estas tareas desde que los niños son muy pequeños, incluso a partir de los 6 meses. Organízate de tal manera que la actividad se adapte a ellos, también en términos de impacto corporal, impacto emocional y duración del tiempo.
- A medida que crecen, les puedes dar más libertar para que elijan ellos mismos los soportes, las herramientas a utilizar y el tamaño del papel. También les puede presentar tu una propuesta, pero ligeramente diferente a las anteriores: siempre con alguna sorpresa, siendo siempre flexibles y facilitándoles la creatividad.
- Poco a poco, podrás comprobar que gracias a estas investigaciones y experimentos adquieren el gusto de descubrir formas y líneas muy específicas. La pura diversión y placer del movimiento se sustituirá por el “estudio” del gesto gráfico y la atención a la dimensión grafomotriz.
Al final de cada actividad, recoge la hoja de papel, escribe el nombre del niño, la fecha de creación de la obra y algunos detalles que hayas observado o que el niño te haya contado. Mete la obra en una carpeta.
De vez en cuando, podéis ir mirando los trabajos, comentarlos juntos y comprobar cuánto ha crecido. También es una buena oportunidad para hacer partícipe al niño de su evolución y que podáis comprobar las habilidades que ha adquirido.
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