¡Juguemos a los laberintos!

A los niños les encantan los laberintos. No solo son divertidos e interesantes, sino que brindan a tus hijos la capacidad de abordar una gran variedad de habilidades durante su realización.

¡Si es la primera vez que les enseñas a jugar, no te extrañes que te pidan más veces jugar a los laberintos!

¿Sabías que cuando tu hijo practica con los laberintos está desarrollando muchas habilidades?

1. Control motor fino: requieren que tu hijo controle el lápiz a través del circuito, sin tocar las líneas negras.
2. Integración motora visual: con los laberintos tu hijo usa sus ojos para escanear toda la hoja para encontrar posibles soluciones.
3. Resolución de problemas: ayudan a tu hijo a trabajar en sus habilidades de funcionamiento ejecutivo, como planificar varias estrategias.
4. Atención visual: con los laberintos tu hijo presta atención a la tarea que tiene delante…¡La atención visual es una habilidad básica que se necesita para todas las tareas de aprendizaje!

Se pueden hacer de varias maneras:

Los laberintos se pueden dividir en diferentes pasos. Por ejemplo, primero haz que tu hijo comience moviendo su dedo, luego un lápiz y luego un rotulador a través del laberinto. Esto le hace resolverlo tres veces consecutivas para trabajar en todas estas habilidades.

La capacidad de resolución del juego aumenta la capacidad de creatividad, equilibrio, pensamiento rápido y mucho más.
Además, existen investigaciones que afirman que los juegos pueden hacer que una persona aumente la capacidad de luchar contra los problemas y abordarlos de manera efectiva. También desarrollan la conciencia espacial y mejoran la memoria.

En Nadal Edarca hemos preparado un laberinto muy divertido para tu peque!
¡Descárgatelo ya! ¡Es gratuito!

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La grafomotricidad y el trazo infantil: la importancia de dominarlos

La grafomotricidad es la habilidad motora de escribir y dibujar que se aprende desde pequeños. Esta habilidad está contemplada dentro de la motricidad fina, la cual aparece cuando se desarrollan los músculos de la mano y del brazo.
Cuando envejecemos, usamos la motricidad fina en varias áreas de nuestra vida. Por ejemplo, leer y escribir, recortar con tijeras, doblar la ropa y coser.

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