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Disciplina Positiva, una forma diferente de vivir la crianza

La disciplina positiva, como su nombre indica, es una enfoque positivo de vivir la crianza de nuestros hijos: sin gritos, siendo amables pero a la vez firmes y tomar cada error como una oportunidad de aprendizaje.

Desde el mismo instante en que sabemos que vamos a ser padres son muchas las dudas, anhelos e incertidumbres que nos asaltan la cabeza, y una de ellas es acerca de cómo los educaremos, cuáles serán esas herramientas o estrategias que nos ayuden en el día a día y con las que conseguiremos que nuestros hij@s se porten bien…

Pero… ¿es realmente la obediencia lo que quiero conseguir? ¿Es a través del control de la conducta de mis hij@s como me imagino que podré enseñarle habilidades para su vida? ¿Y si decido acercarme desde otra mirada a la infancia?…

La Disciplina Positiva es precisamente eso, la mirada de la conexión, la empatía, el respeto mutuo y la cooperación. Tiene su origen en los años 20 de la mano de Alfred Adler, padre de la Psicología Individual, y que revolucionó con sus teorías donde hablaba de la importancia del sentimiento de pertenencia para los seres humanos, de las relaciones horizontales en la familia y de que como seres sociales que somos funcionamos mejor a través de la cooperación.

¿Cuáles son los principios básicos en los que se basa dicha metodología?

  • Crea un sentimiento de pertenencia, ayuda a la conexión con nuestros hij@s.
  • Amabilidad y firmeza al mismo tiempo. La amabilidad nos ayuda a ser respetuoso con nuestros hij@s y la firmeza con nosotros mismos en nuestro papel como padres.
  • Es eficaz a largo plazo, es decir, no buscamos el efecto a corto plazo como promulgan el castigo, la amenaza, el chantaje, etc… sino que nos acerca a la auto-disciplina.
  • Enseña habilidades sociales, emocionales y personales para la vida diaria.
  • Invita a los niños a descubrir sus propias capacidades fomentando así su empoderamiento.

Te estarás preguntando cómo podemos conseguir todas estas cosas, tenemos que empezar por cambiar algunas perspectivas que sin duda nos ayudarán enormemente en el proceso de cambio:

Hemos aprendido desde nuestra infancia que los errores no están permitidos, que equivocarse suele ser recriminado, que el fracaso no es una opción, y esta idea tan arraigada nos empuja a entrar en múltiples luchas de poder con nuestros hij@s y a no tolerar que se “porten mal”. ¿Y si viésemos los errores como maravillosas oportunidades de aprendizaje? Las rabietas como un puente para aprender gestión emocional, empatía, comunicación, etc…; los conflictos entre hermanos cómo escenario para trabajar la resolución de problemas, toma de decisiones y alternativas respetuosas en la expresión de la ira, etc… ¡¡ Que diferente es entender que desde el error se nos presenta a toda la familia una ocasión mágica para crecer juntos!!

Jane Nelsen, uno de los grandes iconos de esta metodología, afirmaba ¿de dónde sacamos la loca idea de que para que un niño se porte bien primero tenemos que hacerle sentir mal?… Una de las bases de la metodología más punitiva y tradicional, generar el sentimiento de culpa a nuestros niñ@s para que desde ahí decidan portarse bien y hacernos sentir mejor a los padres. ¿Y qué mensaje les mandamos entonces? ¿Les ayudamos así a sentirse seguros, ser autónomos, saber poner límites, cuidar su estima, etc…?

Imagina lo que podría suponer en esta aventura de la crianza hacer ese cambio de mirada, y que lo que hasta ahora era una batalla continua, una sensación de frustración e incluso de desesperanza vaya transformándose en una búsqueda activa de conexión y cooperación, sentir el acompañamiento y gestionar las emociones de forma más sana para ti y toda la familia.

Te invitamos a reflexionar sobre ello y dejarte contagiar de la magia de la Disciplina Positiva.

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La grafomotricidad y el trazo infantil: la importancia de dominarlos

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