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¿Cómo educar a nuestro hijo para que sea optimista?

El optimismo es una forma especial de explicarse a uno mismo los acontecimientos que nos suceden (positivos y negativos), así como la creencia en un futuro positivo.

¿Cómo es una persona optimista?

El descubrimiento de que el optimismo es un factor protector extremadamente importante para la salud (reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares) ha hecho que los investigadores hayan intentado identificar las estrategias más eficaces para volverse optimistas.

Teorías que explican el optimismo

Hay dos teorías principales que explican el optimismo: la primera es la de los estilos de atribución mental, nacida en el contexto de la psicología positiva; el otro es el de la orientación hacia la vida.

Según la perspectiva de la psicología positiva, el optimismo no es más que un estilo de atribución mental, es decir, una forma de explicarnos los acontecimientos que nos suceden. Cuando nos pasa algo tendemos a hacernos una pregunta: ¿por qué? El estilo de atribución determina la respuesta (mental) que nos daremos a nosotros mismos.

Tres dimensiones que utilizamos para explicarnos los acontecimientos

Martin Seligman y otros investigadores que han estudiado el optimismo han identificado tres dimensiones que utilizamos para explicarnos los acontecimientos:

  • Interno (todo es mi culpa) vs Externo (fue una circunstancia desafortunada)
  • Estable (no podemos hacer nada para cambiar) vs. Inestable (no todo es para siempre; tomando medidas podemos cambiar)
  • Global (lo que pasó afectará todos los aspectos de mi vida) vs Específico (las consecuencias de este evento se limitan a unas pocas áreas)

Según esta teoría, el optimismo no es más que la tendencia a juzgar los acontecimientos negativos como externos, inestables y específicos. Explicar las cosas de esta manera nos ayuda a:

1) no culparnos,

2) seguir siendo proactivos y orientados a la acción,

3) no dramatizar.

Piensa en un amigo o amiga optimista: ¿no se comporta exactamente así?

Según la teoría de la orientación de la vida, el optimismo es una actitud de confianza hacia un futuro positivo. El optimista está convencido de que las cosas irán bien, incluso en un contexto caracterizado por la incertidumbre.

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Las ventajas del optimismo

El optimismo es muy beneficioso. En particular, el optimismo afecta nuestra forma de pensar y nuestra salud física.  Cuando se trata de bienestar mental y capacidad de pensar con eficacia, los optimistas:

  • Son capaces de identificar problemas de forma precisa y específica.
  • Es más probable que vean una situación difícil como un desafío y no como una amenaza.
  • Están más orientados a la resolución de problemas, tienen un enfoque activo.
  • Buscan voluntariamente información y estrategias útiles para contextualizar los problemas.
  • En ellos las emociones positivas son más frecuentes que las negativas.

El optimismo es fundamental para reaccionar con determinación ante la adversidad y resolver los problemas. ¿Pero cómo es esto posible? ¿Es realmente el optimismo un poder mágico? No (y este es el punto interesante de la investigación científica): el optimismo no es más que un hábito mental, una forma de pensar y afrontar la realidad. Y como todo hábito mental, cualquiera puede entrenarlo: todos, sin excepción, podemos volvernos optimistas.

El optimismo también aporta una serie de beneficios a nivel físico y relacional: las personas optimistas, de hecho, tienen muchas menos posibilidades de sufrir problemas cardíacos, disponen de una sólida red social dispuesta a ayudarles y obtienen mejores resultados en el mundo laboral.

Entrenar el optimismo

Los investigadores han identificado algunas técnicas efectivas para desarrollar el optimismo y generar confianza en un futuro positivo. Se trata de ejercicios mentales: la buena noticia es que son accesibles a todos, sencillos y rápidos; la mala noticia es que, como todo ejercicio mental, los resultados requieren al menos un mes de práctica. El entrenamiento es fundamental: los ejercicios mentales sólo son eficaces si se practican de forma constante.

Desafiamos a los pensamientos catastróficos

El primer ejercicio es para todos aquellos que, ante un acontecimiento negativo, dirigen su mente hacia los escenarios más catastróficos (en un ciclo que se refuerza a sí mismo y les quita tiempo y recursos preciosos).

El escenario ideal para practicar este ejercicio es el siguiente:

  • Algo salió mal. Estás empezando a preocuparte e imaginar las consecuencias catastróficas que este evento tendrá en tu vida…

Bien. Es hora de desafiar el pensamiento catastrófico. Para aumentar la efectividad del ejercicio, puede utilizar un bloc de notas y realizarlo por escrito. Si no tienes lápiz y papel a mano, puedes hacer el ejercicio mentalmente.
Ahora, concéntrate y piensa, en orden:

  1. ¿Cuál es el peor de los casos? Si las cosas empeoraran, ¿qué pasaría contigo?
  2. ¿Cuál es el mejor de los casos? Si las cosas fueran bien, ¿qué te pasaría (en caso de un evento negativo, tendrás que concentrarte en el menor daño posible)?
  3. ¿Cuál de los dos escenarios es el más probable? ¿Qué probabilidad le asignarías a cada uno?
  4. ¿Qué puedes hacer para cambiar las cosas? ¿Qué acciones significativas podría tomar para mejorar la situación?

Esta secuencia sigue fielmente el estilo de atribución mental de una persona optimista. Los optimistas no ignoran los problemas; más bien, intentan superarlos. Entonces, después de la fase 1, en la que identifican el escenario negativo, avanzan buscando acciones significativas que puedan mejorar las cosas.
Por el contrario, las personas pesimistas se detienen en el punto 1, imaginando los escenarios más catastróficos y quedando atrapadas en un círculo mental negativo (bucle).